Terapeuta Floral | Mentora de Bienestar Emocional
Conecta. Sana. Transforma.
Sanar no siempre se ve bonito: El lado real del proceso terapéutico
Descubre por qué el proceso de sanación emocional no siempre es lineal ni "lindo". Aprende a abrazar tu vulnerabilidad y vivir el acompañamiento terapéutico con compasión y conciencia.
Elizabeth Vargas
5/29/20254 min read
El mito de la sanación "perfecta"
Cuando pensamos en sanar, muchas veces nuestra mente crea una imagen idealizada: velas encendidas, música suave, sesiones de meditación profundas, baños con flores, y una sensación constante de paz interior. Este imaginario, alimentado por redes sociales y frases motivacionales, puede generar una expectativa que choca con la realidad interna de muchas mujeres sensibles y conscientes cuando realmente comienzan su camino terapéutico.
Esta idea romántica de la sanación puede ser peligrosa porque nos lleva a creer que si el proceso no se ve hermoso o no se siente bien todo el tiempo, entonces algo está mal. Nos comparamos con otras mujeres que parecen estar más "avanzadas" o más iluminadas, sin saber qué hay detrás de sus procesos.
La verdad es que sanar no es una línea recta. Es un espiral que nos lleva a tocar capas profundas de nosotras mismas, a veces dolorosas, a veces incómodas. Es una danza entre avanzar y retroceder, entre descubrir nuevas partes de nosotras y sentir que estamos volviendo a lo mismo de siempre. Es parte del ciclo natural del alma.
Y cuando aparecen esas emociones intensas —la tristeza, la rabia, la frustración o el vacío— muchas piensan que están fallando, que algo salió mal. Pero no es así. Esa es parte esencial del proceso. El dolor que emerge no es retroceso, es información.
Sanar también es sentir lo que evitamos
Desde pequeñas, muchas mujeres aprendimos a ser fuertes, a cuidar de todos, a callar lo que sentimos para no molestar, a sonreír aunque por dentro estuviéramos rotas. Esta autoexigencia disfrazada de fortaleza nos desconectó de nuestras emociones auténticas.
Y cuando llega el momento de mirar hacia dentro, lo que aparece puede asustar: heridas de la infancia, relaciones pasadas que nos marcaron, decisiones que tomamos desde el miedo, críticas internas implacables, tristeza acumulada. Todo eso estaba ahí, esperando ser reconocido, no para culparnos, sino para liberarnos.
Sanar es abrir la puerta a lo que evitamos. Y por eso, en algunos momentos, puede parecer que “empeoramos”. Aparecen síntomas físicos como cansancio extremo, insomnio, tensión muscular, irritabilidad. Surgen dudas, culpas, inseguridades. Pero en realidad, es una limpieza profunda del alma.
Es como cuando limpias un clóset lleno de cosas viejas. Al principio todo se ve más desordenado que antes. Hay polvo, hay objetos olvidados, hay caos. Pero si sigues, poco a poco encuentras espacio, claridad y orden interno.
Igual que cuando hacemos una desintoxicación física y aparecen dolores de cabeza, náuseas o fatiga, en la sanación emocional también existe una especie de “crisis curativa”. Tu cuerpo, tu energía y tus emociones están liberando lo que ya no necesitas. Estás vaciándote para poder volver a habitarte con más verdad.
El acompañamiento amoroso hace la diferencia
En esos momentos vulnerables, el acompañamiento adecuado es lo que puede sostenerte. La terapia holística no se trata solo de técnicas, sino de presencia humana, de contención, de cuidado profundo.
Sanar no es un camino para transitar sola. A veces necesitamos a alguien que nos recuerde que no estamos locas, que no estamos rotas, que lo que sentimos es válido y que sí hay una salida.
Cada mujer tiene su propio ritmo, su propio lenguaje interior y su manera de sanar. No hay fórmulas ni tiempos exactos. Pero hay herramientas que pueden facilitar y suavizar ese camino. Y sobre todo, un espacio seguro donde puedas hablar sin miedo a ser juzgada. Un lugar donde tu llanto no incomode, donde tu silencio no sea apurado, donde tu historia sea escuchada desde el alma.
Como terapeuta, una de las cosas más poderosas que he visto es lo que sucede cuando una mujer se permite soltar el personaje de “la que puede con todo” y simplemente se deja sentir. Cuando llora, cuando respira hondo, cuando se da permiso de no entender todo pero seguir el llamado interno. Esa es la verdadera fortaleza.
La belleza está en ser real
Lo que muchas no saben es que la sanación más profunda no se ve en Instagram. No es fotogénica, no es instantánea, no se puede poner en una historia de 15 segundos. Es una mujer sentada en su cuarto respirando después de una sesión intensa. Es decir “no” por primera vez sin culpa. Es escribirle a alguien que da miedo. Es decidir descansar aunque todo afuera diga que hay que seguir produciendo.
Es una mujer que se mira al espejo y reconoce su cansancio, pero también su valentía. Es tomar decisiones difíciles desde el amor propio. Es sanar vínculos, o alejarse de ellos. Es reconstruirse desde adentro, con paciencia.
Sanar es dejar de huir. Es darte cuenta de que no necesitas convertirte en una versión mejorada de ti misma para ser valiosa. Es recordar que ya eres suficiente, aunque a veces duela.
Cuando una mujer comienza a ver sus sombras sin juzgarlas, algo cambia. Se vuelve más compasiva consigo, más conectada con su intuición, más libre para amar desde un lugar auténtico.
Y aunque el camino no se vea bonito desde fuera, es profundamente hermoso desde dentro. Es una revolución silenciosa que cambia tu manera de habitarte y de habitar el mundo.
Si estás en tu proceso… no estás sola
Si estás atravesando tu propio proceso de sanación, y sientes que nadie te entiende, que no sabes si vas por buen camino o si “esto es normal”, quiero decirte algo importante:
Estás avanzando.
Incluso si sientes que no te estás moviendo. Incluso si todo parece confuso o estancado. Estás tocando tu verdad. Estás abriéndote a una vida más coherente contigo.
Tu alma sabe el camino. A veces solo necesitas compañía amorosa para recordarlo.
info@sanakitherapy.com
(442) 718 1819
© 2025. All rights reserved.
Desde ese lugar profundo de vivencia personal comenzó mi camino. Sanaki Therapy nace como resultado de esa transformación interior. No solo como un espacio terapéutico, sino como un puente entre lo emocional y lo espiritual, entre el caos interno y la paz anhelada.